martes, 22 de enero de 2008

Sesión 6: Críticas feministas al modelo liberal 2 (1980’)

El debate de Pateman y Eisenstein invita a una reflexión profunda de los discursos dominantes que han estructurado la vida social y política contemporánea. Este ejercicio permite revisitar aquellas prácticas que dominados por un cierto sentido común derivado de determinados discursos, que dada su naturalización dejarían de se motivo de reflexión y transformación. Qué es lo qué la crítica feminista al liberalismo abre como nuevos horizontes de posibilidad tanto en la reflexión en ciencias sociales como en la estructuración de la propia vida política?

Lo primero es que ambas, desde su revisión crítica conceptual, tocan dos categorías que en el discurso contemporáneo parecen incontrovertibles: la idea de libertad (Pateman) y la idea de iguladad (Eisenstein). En el primer caso la idea de libertad como piedra angular de la noción estructurante del contrato social del liberalismo moderno, se tensiona en todas sus dimensiones, particularmente porque dicha noción sólo reconoce un individuo con real potestad - libertad contractual en el espacio público, el hombre; hecho que crea un espacio de libertad civil dominado por la masculinidad, con el consiguiente enclaustramiento de la condición femenina en el mundo oscuro y natural de lo privado. Pateman afirma que este tipo de fenómeno institucionalizó a través del contrato social - sexual un clase muy particular e invisible de propiedad, la de unos individuos sobre sus propias personas, condición que al ser reconocida solo a los hombres desposeía a las mujeres hasta de la propia propiedad de sí. aquí cabe preguntarse si esta forma de propiedad sólo masculina, no hace que al apropiarse para sí de la propiedad femenina, opere una condición en donde si el hombre es el único sujeto libre, la mujer sólo ocuparía un status de sujeto administrado?

Las implicaciones mas importantes de las preocupaciones de Pateman es su preocupación por la despolitización del espacio privado, dado el dominio del espacio público con la idea de libertad civil patriarcal, a pesar que esta repartición se construye desde una intencionalidad política claramente definida para excluir lo femenino, y con ello contrato sexual, del campo de visibilidad generado por el contrato social liberal.

Por su parte Eisenstein y su crítica a la noción de igualdad, realiza una entrada sobre un ámbito donde la igualdad se edifica como discurso para obligar, me refiero al discurso de la igualdad ante la ley. Al igual que Pateman cuando cuestiona el dominio de un sentido común que naturaliza la libertad civil masculina y la subordinación civil femenina; Eisenstein cuestiona profundamente el sentido práctico sobre el que se ha edificado el dominio de la ley, como un discurso en clave masculina que hace que la mujer no pueda ser igual que los hombres ante la ley, y para acceder a tal igualdad debe acercarse al estándar masculino. Esta entrada pone en primer plano la diferencia, no sólo en el sentido de ser diferente a, sino en el sentido de ser lo otro; no como la parte que le falta a, sino como la parte que existe porque no ha tenido una parte.

Con Irigaray, estas dos autoras nos abren un campo de reflexión sobre la diferencia: Cómo lograr visibilidad sobre la diferencia desde nuevos lenguajes y nuevos discursos? En esta pregunto me alejo de la discusión de la aspiración de los otros discursos o de los discursos de los otros. Esta inclusión así entendida siempre ha sido cooptación al tiempo que exclusión, pues la inclusión siempre se asume como régimen de excepcionalidad. De allí que la pregunta no sea ni siquiera por la deconstrucción, sino la creación de nuevos espacios o campos de lo sensible donde lo público y lo privado puedan integrarse como continuo y donde desnaturalicen y pluralicen las nociones de libertad, igualdad y diferencia.

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