martes, 22 de enero de 2008

Sesión 3: El sistema sexo-género. (1970’)

En esta sesión Rubin y Zimbalist, se adentran en una diada sobre la se edifica toda una propuesta explicativa casi meta teórica de cierto sector del feminismo, esta es el sistema sexo - género.  Para poder articular su análisis, estas autoras realizan un recorrido que parte de expedicionarios antropólogos, y pasa por los principales figuras de la teoría social clásica moderna.   En este recorrido critican la poca reflexividad de los científicos sociales y los teóricos sobre el lugar de la asimetría de los sexos en la comprensión de las prácticas culturales de las sociedades menores y en las prácticas políticas de las sociedades mayores o complejas.  Creo que logran destacar un punto valioso a demostrar como se ha tomado como dato dado y naturalizado el hecho que tal asimetría favorezca, en términos de autoridad al hombre, y limite en términos de autonomía a la mujer.


Esto trabajos tratan de deslegitimar aquellas explicaciones afincadas en la biología o las prácticas culturales tradicionales, pues si negar que ambos escenarios enseñan manifestaciones diferencias según un ordenamiento social sexualizado, las interpretaciones y extrapolaciones de lo que permite o nó, lo que se acepta o se rechaza, son posturas contingentes e históricas.  De allí que la idea de la división sexual del trabajo, que esta presente en todas las culturas, no se puede tomar como base de justificación para la opresión sexual, como condición generalizada en la relación hombre - mujer, pues los contenidos específicos y muy variados de especialización en tareas marcadas por una segmentación sexual, debe explicarse desde las formas en que se construyen los estados de dependencia recíproca de los sexos. (Rubin, 49).  Esta aproximación ayuda a reconocer  que la participación de la mujer en dicha construcción va mas allá de lo apenas idiosincrásico (Zimbalist, 164) y que al igual que los hombres su esfuerzo también deviene de su capacidad en tanto actor social.


Finalmente estas autoras establecen un puente con este origen naturalista de la justificación de la asimetría sexual con las explicaciones que teóricos sociales y filósofos  han asumido como lo dado a priorí,  antes de, en dónde no sólo la participación recíproca femenina es desconocida, sino que su propia dimensión sexual es borrada, bajo ideas como hombre incompletos, o limitadas sexuales, en dónde la propia experiencia de la sexualidad en tanto opción se convierte en anomalía.


Con los puntos citados, habría que preguntarse con De Beauvoir y Butler si la asimetría sexual en sentido no autoritario  o excluyente, supondría equilibrio de poderes?  Creo que otras dimensiones que atraviesan las formas de orden social deberían arrojar luces sobre esta entrada analítica.

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