martes, 12 de febrero de 2008

Sesión 9: Feminismo y Democracia Radical

Las lecturas de esta sesión plantean un debate fundamental al feminismo como campo discursivo y como campo de acción política: existe un sujeto mujer? es posible un política feminista? Es clara la distancia en la respuesta entre Mouffe y Benhabib. La primera, desde su perspectiva no esencialista, trata de llevar mas allá las propuestas de Pateman, Young y otras, pues, según ella, las autoras de el feminismo de la diferencia - sexual - no se han percatado que sólo una forma radical de revaloración del sujeto - hombre y mujer - se puede concebir otra alternativa al desequilibrio relacional público - universal - idéntico - masculino versus privado - particular - diferente - femenino, dado que ambas categorías en tanto sustancias prefiguradas no lograrían presentar alternativas donde la igualdad aparezca de otras nuevas subjetividades en dónde los sujetos hombre y mujer se reconstiuyan desde la una igual constitutiva y no derivativa.

Por su lado Behabib plantea su preocupación por la desaparición del proyecto feminista si se desvincula del sujeto mujer y sus luchas por el reconocimiento e inclusión. Pues para esta autora es escéptica que el camino de desvanecimiento del sujeto - agente, conduzca hacia un nuevo tipo de agencia. Esta autora reconoce que sólo el debate sobre la identidad o la diferencia debe llevarse a otro nivel en donde aparezcan articulaciones y sinergías a modo de solidaridades colectivas con identidades pluralmente constituidas.

Creo que ambas autoras giran al rededor de un argumento que viene apareciendo en los distintos textos, estos como se concibe lo político, la acción política y representación. Alrededor de estas preocupaciones aparece reiteradamente la idea de pluralidad. Creo que la pregunta por explorar si un noción como la del Multitud - Multiplicidad (Virno, Hart y Negri) puede articular esta reconstitución tanto del sujeto como de la acción política.

viernes, 8 de febrero de 2008

Sesión 8: Política de las identidades

En la discusión propuesta por Young y Moller, aparece de nuevo una discusión crítica sobre el discurso liberal, pero esta vez con énfasis en las formas de racionalizar lo público y de entender las justicia. De nuevo surge la pregunta la tensión por precisar las limitaciones y trascender la dicotomía público - privado.  La entrada de Young sobre la contraposición de la razón - instrumental o normativa - a los afectivo, resulta concordante a la separación público -  privado, general - particular, idéntico -  heterogéneo.  


Su argumentación sobre la noción de razón imparcial es concordante con la discusión de Humberto Maturana según la cual la objetividad se convirtió en un argumento para obligar, que en el caso discutido en la filosofía feminista de Young, la imparcialidad aparece como el argumento para excluir y totalizar, a partir de la construcción de un consenso sobre una única forma de identificación, que niega lo diferencial y que excluye la emocionalidad y el deseo.   


La crítica de esta autora se cuestiona con el mas allá de esta forma de comunicar y actuar políticamente, de allí su inquietud por cómo pensar lo político y la acción comunicativa como consideración de lo heterogéneo, lo múltiple y lo plural, en donde lo público y lo privado aparecen como continuidad, y la razón normativa abstracta no se convierta en borramiento de las acciones y deseos in-corporados en la experiencia de colectivos profundamente diferenciados.


Por su parte Moller, se plantea un interrogante mucho mas específico, pero que apunta al replanteamiento de las esferas y los sexos separados de manera antagónica y excluyente, me refiero a la pregunta por la manera en que la teoría de la justicia de Rawls, puede abarcar o no el ámbito familiar. Creo  que Moller presenta argumentos muy fuertes de los problemas de las generalizaciones realizadas aún por autores que reconocen la problemática como Rawls, que al igual que Habernas, advierten el problema pero terminan apenas rodeándolo.  


En esto la crítica feminista abre posibilidades de análisis fundamentales al llevar hasta el límite la posibilidad explicativa y argumentativa de los conceptos fundantes de la modernidad política:  libertad, igual, justicia y equida.


Sesión 7: Feminismo y democracia. (1990’)

los trabajos de Phillips y de Young, proponen una serie de críticas profundas a las nociones o categorías fundantes del liberalismo, con énfasis en las que definen la base axiomática de la democracia tal y cual se manifiesta en la modernidad política. Esta crítica se puede articular alrededor de las siguientes preguntas:


Son la igualdad y la libertad categorías realmente universales?

Es la ciudadanía el espacio de manifestación de la totalidad de sujetos libres e iguales?

Es la democracia el paradigma de representación más incluyente entre las formas de organización política moderna?


En primer lugar creo que Phillips hace una introducción fundamental a la crítica a la historia conceptual de la noción de liberalismo, particualarmente sobre sus categorías matrices la igualdad y la libertad. Es muy claro que dado que antes de la igualdad opera la premisa de la separación ente sexos, siendo lo público reservado sólo a los hombres, la consecuencia directa es que la noción de igualdad aparece como un imposible categórico. O en otras palabras, la idea de igual en presencia de la oposición asimétrica entre los sexos se hace inconmensurable . Y derivado de este punto la libertad sólo aparece como atributo de aquellos que están ungidos como ciudadanos, no por un ritual jurídico, sino como producto de la aparente natural separación de sexos. De esta forma la ciudadanía así concebida y ejercida siempre será una manifestación reducida construida sobre la exclusión de la diferencia, en donde los otros - que desde el inicio fueron las otras - aparecen como aquellos individuos en una condición siempre transitoria, siempre parcial y viciada hacia el camino de la ciudadanía universal y normativa.


En el sentido de lo anterior Young propone trascender esa dicotomía de la ciudadanía entre su supuesto carácter cívico - universal que se opone a lo diferencial particular, que deja como único camino el consenso como producto de la tiranía de la mayoría - que dadas las constantes prácticas de exclusión de los regímenes democráticos minimalistas, hace mucho que las mayorías se pueden clasificar como tales - Esta autora propone una entra muy provocadora que lleva a pensar el diálogo heterogéneo, como alternativa al consenso universalista. Como salida Young explora la posibilidad de repensar la noción de representación mas allá de la lógica del interés individualista y masculina, hacia la representación de grupos desde sus particularidades y diferencias. En palabras de la autora: Lo que necesitamos, en lugar de una ciudadanía universal entendida como mayoría, es una ciudadanía diferenciada en función del grupo, y por lo tanto un ámbito y un sector público heterogéneo de manera que las diferencias se reconozcan y acepten públicamente como irreductibles (p:107).

martes, 22 de enero de 2008

Sesión 6: Críticas feministas al modelo liberal 2 (1980’)

El debate de Pateman y Eisenstein invita a una reflexión profunda de los discursos dominantes que han estructurado la vida social y política contemporánea. Este ejercicio permite revisitar aquellas prácticas que dominados por un cierto sentido común derivado de determinados discursos, que dada su naturalización dejarían de se motivo de reflexión y transformación. Qué es lo qué la crítica feminista al liberalismo abre como nuevos horizontes de posibilidad tanto en la reflexión en ciencias sociales como en la estructuración de la propia vida política?

Lo primero es que ambas, desde su revisión crítica conceptual, tocan dos categorías que en el discurso contemporáneo parecen incontrovertibles: la idea de libertad (Pateman) y la idea de iguladad (Eisenstein). En el primer caso la idea de libertad como piedra angular de la noción estructurante del contrato social del liberalismo moderno, se tensiona en todas sus dimensiones, particularmente porque dicha noción sólo reconoce un individuo con real potestad - libertad contractual en el espacio público, el hombre; hecho que crea un espacio de libertad civil dominado por la masculinidad, con el consiguiente enclaustramiento de la condición femenina en el mundo oscuro y natural de lo privado. Pateman afirma que este tipo de fenómeno institucionalizó a través del contrato social - sexual un clase muy particular e invisible de propiedad, la de unos individuos sobre sus propias personas, condición que al ser reconocida solo a los hombres desposeía a las mujeres hasta de la propia propiedad de sí. aquí cabe preguntarse si esta forma de propiedad sólo masculina, no hace que al apropiarse para sí de la propiedad femenina, opere una condición en donde si el hombre es el único sujeto libre, la mujer sólo ocuparía un status de sujeto administrado?

Las implicaciones mas importantes de las preocupaciones de Pateman es su preocupación por la despolitización del espacio privado, dado el dominio del espacio público con la idea de libertad civil patriarcal, a pesar que esta repartición se construye desde una intencionalidad política claramente definida para excluir lo femenino, y con ello contrato sexual, del campo de visibilidad generado por el contrato social liberal.

Por su parte Eisenstein y su crítica a la noción de igualdad, realiza una entrada sobre un ámbito donde la igualdad se edifica como discurso para obligar, me refiero al discurso de la igualdad ante la ley. Al igual que Pateman cuando cuestiona el dominio de un sentido común que naturaliza la libertad civil masculina y la subordinación civil femenina; Eisenstein cuestiona profundamente el sentido práctico sobre el que se ha edificado el dominio de la ley, como un discurso en clave masculina que hace que la mujer no pueda ser igual que los hombres ante la ley, y para acceder a tal igualdad debe acercarse al estándar masculino. Esta entrada pone en primer plano la diferencia, no sólo en el sentido de ser diferente a, sino en el sentido de ser lo otro; no como la parte que le falta a, sino como la parte que existe porque no ha tenido una parte.

Con Irigaray, estas dos autoras nos abren un campo de reflexión sobre la diferencia: Cómo lograr visibilidad sobre la diferencia desde nuevos lenguajes y nuevos discursos? En esta pregunto me alejo de la discusión de la aspiración de los otros discursos o de los discursos de los otros. Esta inclusión así entendida siempre ha sido cooptación al tiempo que exclusión, pues la inclusión siempre se asume como régimen de excepcionalidad. De allí que la pregunta no sea ni siquiera por la deconstrucción, sino la creación de nuevos espacios o campos de lo sensible donde lo público y lo privado puedan integrarse como continuo y donde desnaturalicen y pluralicen las nociones de libertad, igualdad y diferencia.

Sesión 5: Críticas feministas al modelo liberal 1 (1980’), Sexo y patriarcado

Reseña en construcción

Sesión 4: Mónica Wittig y el Feminismo Radical (1970’)

Reseña en construcción

Sesión 3: El sistema sexo-género. (1970’)

En esta sesión Rubin y Zimbalist, se adentran en una diada sobre la se edifica toda una propuesta explicativa casi meta teórica de cierto sector del feminismo, esta es el sistema sexo - género.  Para poder articular su análisis, estas autoras realizan un recorrido que parte de expedicionarios antropólogos, y pasa por los principales figuras de la teoría social clásica moderna.   En este recorrido critican la poca reflexividad de los científicos sociales y los teóricos sobre el lugar de la asimetría de los sexos en la comprensión de las prácticas culturales de las sociedades menores y en las prácticas políticas de las sociedades mayores o complejas.  Creo que logran destacar un punto valioso a demostrar como se ha tomado como dato dado y naturalizado el hecho que tal asimetría favorezca, en términos de autoridad al hombre, y limite en términos de autonomía a la mujer.


Esto trabajos tratan de deslegitimar aquellas explicaciones afincadas en la biología o las prácticas culturales tradicionales, pues si negar que ambos escenarios enseñan manifestaciones diferencias según un ordenamiento social sexualizado, las interpretaciones y extrapolaciones de lo que permite o nó, lo que se acepta o se rechaza, son posturas contingentes e históricas.  De allí que la idea de la división sexual del trabajo, que esta presente en todas las culturas, no se puede tomar como base de justificación para la opresión sexual, como condición generalizada en la relación hombre - mujer, pues los contenidos específicos y muy variados de especialización en tareas marcadas por una segmentación sexual, debe explicarse desde las formas en que se construyen los estados de dependencia recíproca de los sexos. (Rubin, 49).  Esta aproximación ayuda a reconocer  que la participación de la mujer en dicha construcción va mas allá de lo apenas idiosincrásico (Zimbalist, 164) y que al igual que los hombres su esfuerzo también deviene de su capacidad en tanto actor social.


Finalmente estas autoras establecen un puente con este origen naturalista de la justificación de la asimetría sexual con las explicaciones que teóricos sociales y filósofos  han asumido como lo dado a priorí,  antes de, en dónde no sólo la participación recíproca femenina es desconocida, sino que su propia dimensión sexual es borrada, bajo ideas como hombre incompletos, o limitadas sexuales, en dónde la propia experiencia de la sexualidad en tanto opción se convierte en anomalía.


Con los puntos citados, habría que preguntarse con De Beauvoir y Butler si la asimetría sexual en sentido no autoritario  o excluyente, supondría equilibrio de poderes?  Creo que otras dimensiones que atraviesan las formas de orden social deberían arrojar luces sobre esta entrada analítica.